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Las reflexiones del contrapunteo mediático ente el Gobernador del Meta y un senador de las Farc.

 

Más allá de las diferencias ideológicas entre Juan Guillermo Zuluaga, gobernador del Meta, y Carlos Lozada, también conocido como Julián Gallo Cubillos, senador del partido Farc, dadas a conocer hace pocas horas a través de sus cuentas personales de Twitter, hay una realidad inocultable en el sur del Meta que requiere atención urgente de todas las autoridades.

Por una parte, Zuluaga dio a conocer preocupantes hechos relacionados con presuntas presiones a los campesinos, enfocadas a que el Ejército deje de hacer presencia en la zona, lo que Lozada calificó como una “persecución”, en conclusión, nuevamente la población civil está en medio del conflicto.

A esto se suma el aparente incumplimiento del Gobierno a aspectos fundamentales del Acuerdo de Paz, según el congresista, como la reforma rural integral, de lo cual poco o nada se sabe, al contrario, el mandatario departamental se refirió fue a que delitos como extorsión, reclutamiento de menores, deforestación y narcotráfico están haciendo presencia de nuevo, es decir, hoy se siente más, al menos perceptivamente, la mano de la delincuencia que del Estado en zonas de conflicto.

La presencia de carteles, cuyo campo de acción va más allá de las fronteras de Colombia, es quizás uno de los puntos más álgidos de la discusión, pues ambos se refirieron a su eventual presencia en el sector rural y urbano, lo que debe convertirse en un campanazo de alerta para las fuerzas militares y de Policía con el fin de evitar una posible expansión de estas organizaciones criminales.

Al final, cada uno se pronunció, desde su óptica, a que la falta de apoyo a los acuerdos de paz, vienen desencadenando hechos violentos como la reciente emboscada a un grupo de militares, en la que perdieron la vida varios soldados.

La reflexión que debe dejar este cruce de palabras es que el país debe retomar cuanto antes la agenda nacional, hoy casi absorbida por la pandemia, y que el camino de la paz no debe ser sólo de palabra o motivo de debate, pues sólo de esta manera se evitará que la delincuencia tome partido.